
Reproduciendo los Comunes
By: Por: Silvia Federici, Noah Simblist y Stephanie Smith
Como parte de la investigación temprana del ICA para este proyecto, Noah Simblist y Stephanie Smith co-enseñaron un seminario sobre el tema de «commonwealth» (riqueza compartida), durante el cual lxs estudiantes leyeron los textos de Silvia Federici sobre «los comunes» y su relación con el feminismo. Como una extensión de esta investigación, Federici fue invitada a comentar más directamente sobre la aplicación de sus ideas a este proyecto. En esta entrevista, Federici elabora sobre su concepto de los comunes y cómo podría contribuir a un entendimiento de «commonwealth» a la luz de los retos históricos y contemporáneos. Simblist y Smith entrevistaron a Federici a principios de la pandemia del COVID-19. La conversación continuó hasta finales del 2020.
— Lxs Editores
SIMBLIST: Los «commonwealths» de los Estados Unidos de América fueron fundados simultáneamente sobre metas utópicas y exclusiones. La idea de que la gente se junte para gobernarse para el bien común, para repeler las fuerzas del imperio británico, suena bien, pero el «nosotros» que constituye los comunes era limitado en términos de género, raza y clase. En nuestras conversaciones con nuestros colegas de Beta-Local, ellxs señalaron las formas en que el colonialismo sigue presente en Puerto Rico.
SMITH: Virginia fue el primer sitio de contacto entre lxs ingleses y lxs nativo americanos y luego Richmond fue el segundo mercado más grande de personas esclavizadas en los Estados Unidos, además de ser la ciudad capital de la Confederación de esclavistas. Estos momentos fundacionales del racismo sistémico se sienten profundamente dentro de este contexto.
FEDERICI: Sí, cuando pensamos en los comunes en el contexto de E.U., pensamos en las sociedades nativo americanas, o los comunes creados por lxs cimarrones y las sociedades utópicas experimentales. Estados Unidos fue fundado sobre la destrucción de las sociedades comunales y ese proceso no ha terminado, todavía continúa hasta el presente.
SMITH: ¿Cómo redefinirías la idea del «commonwealth» (riqueza compartida o riqueza de los comunes) para el presente?
FEDERICI: «Commonwealth» literalmente significa compartir la riqueza, la riqueza. natural y la riqueza que producimos. También significa la auto-gobernación, la toma de decisiones colectiva y la responsabilidad ante lxs demás y la tierra. Para construir un presente compartido, tenemos que cambiar las condiciones materiales de nuestras vidas. La solidaridad no es suficiente.
Las luchas por defender los comunes y para reconstruirlos está tomando lugar hoy en todo el mundo. Son luchas por recuperar la tierra y oponerse a la minería; la extracción de petróleo; la privatización de los espacios urbanos, los servicios, el conocimiento y la educación.
La lucha por los comunes comienza con la creación de formas más autónomas, separadas del estado y el capital; por ejemplo, la recuperación de formas tradicionales de conocimiento médico, como el conocimiento sobre las plantas medicinales—como lo están haciendo muchas mujeres ahora en América Latina. En algunos países, las mujeres están creando bancos de semillas, para no depender de Monsanto, y están aprendiendo nuevamente a seleccionar semillas. Este es el comienzo del «commonwealth».
SIMBLIST: ¿Podrías hablarnos acerca de algunos de los ejemplos que diste en tu libro Re-enchanting the World sobre la conexión feminista que es específica a los comunes y la creación de los comunes? ¿Qué se puede atribuir específicamente a los grupos de mujeres y su relación con estos términos?
FEDERICI: A las mujeres en particular les interesa la preservación de los comunes porque, como muchas veces se ha observado, tienen una relación más precaria con el salario y con cualquier forma de propiedad e ingreso. También dependen y seguirán dependiendo más en el acceso a la riqueza común, comenzando con nuestra riqueza natural, que los hombres.
Las mujeres también están más preocupadas por construir riqueza comunal y accederla porque ellas son las que producen a la comunidad—las que tienen que hacer la comida, buscar el agua, cuidar a los convalecientes y cuidar al medioambiente. Cualquier cambio al medioambiente tiene un efecto directo sobre la reproducción. Así que ellas entienden mucho más profundamente las consecuencias de la destrucción de los comunes en términos del suelo, la tierra, el bosque y las relaciones que los sostienen. Más y más, las mujeres han sido propulsadas a un primer plano de la lucha debido a su rol en la reproducción de sus comunidades. Las mujeres están en un primer plano contra el fracking, la extracción de petróleo y la deforestación. Las mujeres también son quienes amamantan a lxs niñxs y, si sus cuerpos absorben venenos de la comida o el agua, le pasan ese veneno lxs bebés. Esto también crea una conciencia más intensa sobre lo que está en juego en la destrucción de nuestros ecosistemas.
SMITH: Para tomar un giro en la forma de pensar acerca de los cuerpos de las mujeres al cuerpo político, hemos estado evaluando los principios coloniales de E.U. sobre el «commonwealth», que se trataban de la gobernanza compartida, pero solo para los hombres blancos terratenientes. ¿Ves alguna conexión entre aquellas limitaciones tempranas impuestas sobre la participación y la estructura de la democracia estadounidense del pasado y presente?
FEDERICI: Sí, los Estados Unidos nunca fue una democracia, por lo menos no en el sentido de un gobierno para el pueblo, todo el pueblo, y tampoco lo es en el presente. La democracia, el demos nunca fue interpretado como algo que pertenecía a quienes no tenían propiedad privada. Siempre era para los propietarios. También los principios de la revolución francesa fueron para los propietarios. No es sorprendente que la legislación y las constituciones que fueron forjadas según estos principios siempre fueron construidas, de una manera u otra, sobre la exclusión. Los Estados Unidos fue construido sobre la esclavitud, la servidumbre por contrato y la exclusión de las personas pobres de la participación política. Y, cuando se abolió la esclavitud, se utilizó el racismo para controlar a lxs esclavxs liberadxs; es por eso que esta impregna a todo y es tan estructural y difícil de erradicar. Estructura cada aspecto de la sociedad de forma deliberada. A pesar de las discusiones periódicas sobre las reformas, queda claro que el sistema esta diseñado para mantener estas estructuras intactas. En los últimos meses, hemos sido testigos de un movimiento poderoso contra el racismo institucional y la violencia racista. Esto es crucial porque hasta que eliminemos el legado de la esclavitud, no existirá esperanza algún de lograr la justicia social en este país.
Las mujeres también sufren discrimen. En Francia e Inglaterra, a través del siglo 18, el principio de «la mujer cubierta» prevalecía, que se definía como la mujer que no tenía estatus legal y tenía que ser representada por un hombre ante la ley. Con la llegada del capitalismo, las mujeres incluso perdieron los derechos que tuvieron hasta el siglo 15 cuando una mujer podía ir a las cortes sin acompañante para denunciar un abuso perpetuado contra su persona. Pero, tras la llegada del siglo 18, ya esto no era posible—tenían que ir a la corte con un hombre.
Tenemos que reconstruir la democracia y el «commonwealth» para que ya no le sirva de máscara a una política de exclusión. En algunas comunidades indígenas latinoamericanas, a menos que hagas el trabajo, no puedes ser parte de la asamblea, no puedes participar del proceso decisional. Este es un principio que no es excluyente, pero que está construido sobre la reciprocidad y la mutualidad. Esta tiene que ser la esencia de todas las relaciones sociales, la base sobre la cual tenemos acceso igualitario a la riqueza compartida.
SMITH: Es una idea hermosa: cada persona se une a la asamblea según lo que contribuye al bienestar colectivo. Algunos de los usos tempranos de «commonwealth» se definían en relación a la salud y el bienestar de la comunidad más amplia—un concepto holístico de la riqueza.
FEDERICI: El principio nativo americano es que tenemos que mantener los comunes por las próximas siete generaciones; tenemos que asegurarnos de que las personas que nos siguen pueden usarlos.
SIMBLIST: La próxima pregunta se relaciona mucho a la deuda, que es otra cosa que podríamos atar. Has escrito mucho sobre tus experiencias en África justo cuando las organizaciones globales están potenciando la deuda para transformar las economías y las agencias con estos países. Esto es algo que le preocupa mucho a Puerto Rico en estos momentos. De muchas maneras, la relación entre Puerto Rico y Estados Unidos ha sido definida por la deuda. Quizás para ti sea una especulación, pero, sin saber mucho sobre la condición de Puerto Rico, existe cierta servidumbre atada a esta noción de deuda. ¿Cómo ves el desenlace de esas relaciones?
FEDERICI: Maria Mies argumentó que debemos responsabilizarnos también por los comunes «negativos», por ejemplo, por la basura y no esperar que el gobierno actúe. Esa es una forma útil también de pensar en la deuda.
Es importante distinguir entre la deuda nacional y la deuda personal porque muchas veces nos olvidamos que las mismas comunidades son vulnerables a ambas. Recortes en los gastos sociales, los servicios, los beneficios, se justifican en nombre de la deuda nacional. Lo hemos visto en África y en muchas otras regiones tras «la crisis de la deuda». A aquellos gobiernos que tenían una deuda nacional, no se les permitía ir a los mercados monetarios y se vieron forzados a solicitar préstamos a través del Fondo Monetario Internacional y, de este modo, aceptar reformas significativas a sus economías a cambio de nuevos préstamos. Con el «reajuste estructural», llegó el fin de la educación gratuita y el fin de un sistema de salud libre de costos. Y, entonces, tenemos la deuda personal. Esto se debe al hecho de que ahora tenemos que pagar por las cosas que antes eran subsidiadas y la mayoría de los salarios son increíblemente bajos. La deuda es el producto del «microcrédito». Esto se supone que fuese un programa en contra de la pobreza; y, en su lugar, creó toda una población de mujeres que se están ahogando porque no pueden pagar las deudas que se les achacaron y ahora están siendo sujetas a todo tipo de envilecimiento por ello.
Pero los movimientos en contra de las políticas de la deuda están en crecimiento. Ahora se reconoce que el microcrédito es fraudulento y es un caballo de Troya. En las protestas de Argentina y Chile que se dieron este pasado 8 de marzo, para el Día Internacional de la Mujer, el asunto de la deuda era central. Por todo el mundo, las mujeres están endeudadas y esto incluye a los Estados Unidos. Las personas en E.U. son las que toman la mayor cantidad de «préstamos del día de pago». Tan pronto las mujeres comienzan a obtener trabajos asalariados, surgen compañías que comienzan a ofrecer préstamos el día del pago, usando el salario de colateral. Esto se debe al hecho de que, para la mayoría de las mujeres, el pago es tan bajo que no pueden sobrevivir con lo poco que ganan. Así que, tienes mujeres que quizás tengan dos trabajos y, a la misma vez, están acumulando deuda. Es una epidemia. Lxs doctores están comenzando a discutir el «síndrome del dinero»— las mujeres se están enfermando porque están constantemente preocupadas por el dinero. El asunto de la deuda es extremadamente importante; esta cargado con el miedo al desempleo, el sentido de precariedad existencial, no saber lo que traerá el futuro. Y ahora, con el COVID, todo esto ha escalado, ya que tantas personas están perdiendo sus empleos. Nos han informado que, en los Estados Unidos, desde comienzos del COVID, dos millones de mujeres han perdido sus empleos o han tenido que renunciar porque no tenían cuido de niñxs y lxs niñxs que estaban asistiendo la escuela desde sus hogares. Por eso, los comunes son tan importantes, porque la vida nunca se ha sentido tan precaria.
SMITH: Para expandir sobre tu último punto y para atar varios hilos, ¿podrías compartir algunos ejemplos de acercamientos anti-capitalistas, feministas y/o indígenas a la creación de los comunes que podrían ayudarlos a empujar en contra de la deuda?
FEDERICI: En Bolivia, Nicaragua y México, existe un creciente movimiento anti-deuda. La deuda también ha sido adoptada como un asunto feminista clave a través de gran parte de América Latina. Me interesa mucho América Latina porque veo un feminismo ahí que se acerca más al feminismo con el cual me identifico. Es un feminismo arraigado en asuntos ecológicos, de tierra y de control territorial como una forma de auto-gobernanza. Las mujeres entienden que, a menos que nos unamos y comencemos a organizar nuestras vidas diarias de maneras más cooperativas, no podremos sobrevivir o crear el tipo de frente social que sería capaz de enfrentar al estado desde una posición de poder.
Un ejemplo poderoso de la creación de los comunes es el del Movimiento Sin Tierra de Brasil. Están en la vanguardia de esta lucha con ocupaciones de tierra masivas. Durante estas ocupaciones, las mujeres se dieron cuenta que si se organizaban colectivamente, por ejemplo, si realizan los quehaceres domésticos o el cuido de niñxs de manera coletiva, estarían más capacitadas para la resistencia. Y se dieron cuenta que la cooperación en el proceso reproductivo—no solo durante las ocupaciones, sino después también—podía cambiar sus vidas. Y comenzaron a confrontar asuntos feministas clásicos: relaciones con hombres y jerarquías de género, tanto en la vida diario como en la lucha.
Otro ejemplo son las mujeres que organizaron algunas de las villas argentinas, que son áreas donde el estado no entra si no es mediante la intervención militar. Estos son sitios donde no existen servicios sociales. Nadie recoge la basura. Así que, en algunas de estas villas, las mujeres se están organizando, no solo para reemplazar el estado o garantizar la supervivencia de su comunidad, sino para crear una alternativa, solidaridad y comunidad.
Gladys Tzul Tzul, una socióloga y activista guatemalteca, escribió un libro que resume los diferentes mecanismos que su pueblo ha utilizado para mantener el control de sus tierras por quinientos años; una de las explicaciones que ofrece es que le dan importancia central al trabajo y la toma de decisiones colectivos. Describe comunidades auto-gobernadas donde todxs, desde temprana edad, tienen que contribuir al bienestar general. Y cada decisión se toma mediante una asamblea. También habla de la importancia de las fiestas anuales. Las personas trabajan en la creación de estas todo el año porque la fiesta es el momento en que todxs se comprometen con la comunidad. Es el momento que marca la re-significación colectiva de lo que significa formar parte de esa comunidad. La fiesta se trata de la música y la comida, pero, más que nada, sirve para decir «aquí estamos y queremos estar aquí y estamos comprometidos con volver a estar aquí de nuevo, en el mañana».
SIMBLIST: ¿Podrías hablarnos un poco más sobre tu interés en las preguntas relacionadas a la memoria y el cuerpo colectivo?
FEDERICI: Una parte de la riqueza compartida es la memoria. La memoria es algo que conecta a las personas. Les permite crear un sujeto comunal que tiene la capacidad de trascender los límites de la individualización. Sitúa nuestros actos dentro de un tapiz más grande. También nos permite verlos con relación aun largo historial de liberación humana y de reestablecer nuestra conexión con lxs muertxs y esto nos da valentía, porque si te ves dentro de un cuerpo colectivo, entonces no es el fin de todo. Como dijo esta mujer guatemalteca, los muertos siempre están presentes. La solidaridad con la muerte también es parte de la riqueza compartida.
SMITH: Hemos logrado discutir mucho, pero para cerrar: ¿cómo podríamos navegar esta crisis para abrir y realizar nuevos modos de creación de los comunes?
FEDERICI: Podríamos utilizar este momento de crisis para deslegitimar el sistema. En el siglo 20, el capitalismo juraba que había sido una fuente de «progreso» y que había derrotado las epidemias mediante el descubrimiento de la penicilina, los antibióticos y la implementación de las medidas higiénicas. ¿Entonces, qué está pasando? SIDA, Ebola, dengue, SARS, la gripe porcina. Ha sido una epidemia tras otra. Esto se debe a la destrucción ambiental, el empobrecimiento general, la malnutrición y la desigualdad social. El sistema no tiene legitimidad. No es sostenible; nos está matando. No es una crisis, sino múltiples: el calentamiento global, la desforestación, las epidemias constantes, la guerra constante y un sistema que acepta le existencia de las formas más abiertamente violentas del racismo.
Ahora todas las esperanzas dependen de la vacuna. Pero, aparte de la preguntarnos quienes se beneficiarán de ella, quiénes tendrán acceso, deberíamos reconocer que, al menos que se aborden las dramáticas crisis sociales y ecológicas en las cuales vivimos, la vacuna no tendrá un impacto sobre la vida de la mayoría de las personas. Nos ayudará a vivir otro día hasta que llegue la próxima pandemia y muchxs morirán, no por el COVID, sino porque no tienen como sostenerse ni esperanza para el futuro.
Así que tenemos que construir una alternativa. Muchos grupos por todo el país ahora se están organizando para el apoyo mutuo. Obviamente, esto tiene sus limitaciones, pero se basa en el principio de que somos responsables, no solo por nuestras vidas, sino también por nuestra colectividad. Este es el «commonwealth», la riqueza compartida. Lejos de eso, seguiremos pasando de una crisis a otra.