
Nosotrxs Somos El Mundo Que Queremos
By: Por: Noah Simblist, Stephanie Smith y Lxs editores
Equipo creativo de The World We Want Is Us en el lanzamiento del proyecto. (izquierda a derecha): Laura Chow Reeve, Rebecca Keel, Shazza Berhan, y Dustin Klein. Foto: Stephanie Smith
Durante una semana en noviembre del 2020, palabras e imágenes de protesta y cuido colectivo fueron proyectadas sobre la fachada del ICA. Para The World We Want Is Us (Nosotrxs somos el mundo que queremos), artistas y miembros del grupo Southerners On New Ground (SONG), Shazza Berham y Laura Chow Reeve, co-crearon una serie de imágenes que fueron proyectadas por Dustin Klein, conocido por sus ahora icónicas intervenciones del monumento del General Lee en el Círculo Marcus-David Peters en Richmond. El proyecto se construye sobre una colaboración anterior con la Organizadora Estatal de SONG VA, Rebecca Keel, quien sirvió de facilitadora para las Summer Sessions: Commonwealth (Sesiones de verano: Commonwealth) en el 2019, una serie de discusión e investigación pública que consideró las ideas más amplias presentadas por Commonwealth en relación a Richmond.
Los visuales de Berhan y Reeve combinan texto e imagen para imaginar un futuro después del cumplimiento de las exigencias de justicia social. Por ejemplo, representa la protesta como una forma de cuido colectivo; otra presenta un futuro en el cual las inversiones en el bien común mediante el cuido médico, la vivienda, la educación y las artes llevan al desarrollo de comunidades más seguras y felices. Lxs artistas sueñan con un tiempo «en el cual las condiciones hayan cambiado y no tengamos que seguir luchando por la dignidad y seguridad básicas, construido sobre el trabajo de organizadores locales, activistas, defensores que han luchado por la justicia, la reforma y la liberación». Su título es compartido y hace referencia a un poema de Alice Walker. Concebido como parte de la presentación de Commonwealth in Richmond, fue presentado entre el 12-15 de noviembre del 2020, en conjunción con InLight de la galería 1708, un festival al aire libre con trabajo a base de luz. En la siguiente conversación, lxs curadores Noah Simblist y Stephanie Smith reflexionan sobre el proyecto.
—Lxs editores
Stephanie: Se sintió increíble ver cómo las imágenes de Laura y Shazza brillaban desde la fachada del ICA hace unas semanas—especialmente dado el hecho de que tuvimos que caminar en una cuerda de equilibrista para llegar a ese punto. Las universidades públicas grandes como VCU pueden ser espacios apasionantes, pero también presentan ciertos retos específicos y a veces no pensamos que íbamos a poder seguir sin comprometer el espíritu del proyecto. Decidimos escribir esto juntxs para explorar el tira-y-jala entre las intenciones de lxs activistas, los acercamientos estéticos y las normas institucionales—tanto en este proyecto como con relación a marcos más amplios.
Sembramos las semillas del proyecto durante el verano del 2019, cuando la activista y organizadora Rebecca Keel sirvió de facilitadora durante las sesiones de «Asamblea» y «Dominio público» para Summer Sessions: Commonwealth (Sesiones de verano: Commonwealth).[1] Los levantamientos del 2020 le dieron una nueva urgencia y visibilidad al trabajo de Rebecca y otrxs que han estado haciendo este trabajo por años y esto incluía afinar seis exigencias comunitarias que mezclaban llamados de movimientos nacionales con requerimientos que eran específicos de Virginia—desde » Desfinancien a la policía » hasta la creación de un sistema de «Alerta Marcus» para responder a la crisis de salud mental.[2] A principios del verano del 2020, decidimos extender nuestra colaboración inicial en el espíritu de la ayuda mutua y como parte de Commonwealth. Rebecca reconoció que las demandas como «Desfinancien a la policía » pueden sentirse abstractas o alienar a algunas a algunas personas y queríamos acercarnos mediante el arte. Shazza Berhan y Laura Chow Reeve, miembros acompañantes de SONG comenzaron a visualizar formas concretas y poéticas en que las vidas de las personas podrían mejorar si se cumplieran esas demandas y, tras considerar acercamientos más tradicionales como un mural estático, el equipo decidió traer a Dustin para proyectar imágenes sobre la fachada del ICA. Inicialmente, no anticipábamos muchos retos, más allá de los técnicos, ya que, debido al COVID-19, ya el proyecto se tornó de uno en el interior a uno al aire libre y estábamos instalando otros trabajos grandes y de índole política alrededor del exterior del ICA.
Noah: Uno de los retos que enfrentan las instituciones de arte cuando intentan hablar acerca de temas sociales o políticos es la participación de la comunidad. Solo con esa participación, las políticas ligadas a ciertas obras de arte pueden delinear el contexto comunitario que pretenden representar. Tendríamos que estar aquí todo el día para poder explica esto a fondo, pero esta actitud rechaza la autonomía de la obra y, en su lugar, permite el hecho de que la esencia de la obra es dinámica y está informada por las comunidades vivientes que interactúan con ella. Por otra parte, podríamos haber pensado que SONG, una organización de justicia social, era el contexto social para el arte que estábamos presentando. Pero eso no explica los demás puntos de vista, que es precisamente la definición de la política—la negociación de puntos de vista en competencia mediante la gobernanza compartida. Así que, creo que comenzaste este proceso desde le punto de vista del manejo y la responsabilidad institucional y la ética de tener una forma más amplia de participación comunitaria, al contactar a algunas personas en VCU, específicamente la oficina de relaciones gubernamentales, y eso luego pasó a la oficina del consejero jurídico y la oficina de relaciones públicas, ¿no es cierto?
Stephanie: Sí. Como es el caso con cualquier institución cultural situada dentro de una universidad, contactar a colegas universitarios no es «participación de la comunidad» como lo definiría una organización sin fines de lucro independiente. Esto es borroso. En este caso, esos colegas fueron externos al ICA, pero todxs nosotrxs todavía estábamos dentro de una organización más grande y trabajábamos bajo una estructura compartida general que, como universidad pública, se extendía hasta el Commonwealth de Virginia. En este caso también, muchos de nosotrxs ya habíamos contactado a colegas de VCU con anterioridad y, entonces sí, las conversaciones cruciales comenzaron después que contacté a un colega que trabajaba con relaciones gubernamentales para que nos diera su opinión. Aunque, de forma general, apoyó la idea del proyecto, presentó preocupaciones razonables sobre las fechas. Las proyecciones inicialmente fueron pautadas para finales de octubre, y como el ICA sirvió de centro electoral para las elecciones de noviembre, especuló sobre la posibilidad de que la intersección de fechas afectaría votantes prospectivos. Eso disparó preguntas del grupo al igual que una reunión clave entre tú y yo, colegas del ICA y líderes de los equipos de relaciones públicas, legales y relaciones gubernamentales de VCU. Entonces fue que realmente comenzamos a salir y contestar problemas mayores. ¿Podrías hablar acerca de la preocupación de que el proyecto pudiera constituir un «discurso político» que podría activar la fachada del ICA como «foro público»?
Noah: Este asunto para mí fue interesante porque, como yo entendía las preocupaciones legales, si un «discurso político» fuese permitido sobre la fachada del ICA, podría transformarlo en un «foro público» que tendría que estar abierto a una variedad de puntos de vista, incluyendo aquellos que podrían transgredir los valores de equidad e inclusión que VCU luchaba por sostener; porque como una institución pública no podíamos restringir ningún discurso político. Un ejemplo de un escenario posible es que, si permitíamos la proyección de SONG, entonces quizás tendríamos que permitir proyecciones de grupos de supremacía blanca debido a la libertad de expresión.
Como bien notaste, la estructura institucional con la cual negociábamos incluía tanto a VCU como el Commonwealth de Virginia. Muchas personas no saben que VCU es una institución del estado, a tal punto que el equipo legal de VCU técnicamente tiene que reportar al Procurado General de Virginia. Así que, cuando estábamos negociando en términos de este programa, estábamos negociando con el estado sobre qué condiciones constituyen el discurso político y la práctica artística en la esfera pública, no solo dentro de un contexto universitario.
En la conversación con los departamentos de asuntos legales y relaciones públicas de VCU, había dos asuntos en juego. Uno era que el arte y la política se asumía que eran cosas separadas. El otro era que poner algo al aire libre lo tornaba en algo público, mientras que algo dentro del ICA no lo era. Esto va en contra de como a la mayoría de las instituciones de arte les gusta pensarse con relación al «público». De hecho, el uso del ICA como centro electoral nos benefició precisamente porque reforzó la noción de que el museo era un espacio cívico. Además, como había un mensaje político, se asumía que esto no era arte, sino política. Así que tuvimos que esforzarnos para probar que era arte y que el arte puede ser político y la política (o el activismo) puede ser arte.
Stephanie: Sí, fue fascinante escuchar cómo cada participante definía «arte», «activismo» y «política» y cómo aplicaban esos términos en este contexto. También fue interesante que a nadie parecía preocuparle las demás obras en Commonwealth que tenían intenciones que, se podría argumentar, eran más políticas. Esto es así especialmente con respecto a la comisión de Duron Chavis, Resiliency Garden (Jardín de la resilencia)—que, como Nosotrxs somos el mundo que queremos, comenzó con la facilitación de un artista como parte de Summer Sessions. Fue estratégicamente útil reforzar el lado «artístico» de Nosotrxs somos el mundo que queremos en estas conversaciones, pero, en otros contextos, hemos descrito ambos proyectos como «adyacentes al arte» para mantener la fluidez y evitar la sobre-definición.
El deslizamiento categórico resultó ser clave para el proceso tras bastidores—prácticamente, conceptualmente y éticamente. Como curadores, estábamos simultáneamente buscando formas de lograr que la universidad apoyara el proyecto; tratando de crear el espacio necesario para que el equipo creativo pudiera lograr sus intenciones; y también pensando en cómo todo esto se sitúa dentro de arcos más grandes de prácticas contemporáneas. En algún momento dado, te preocupaste sobre si corríamos el riesgo de presionar al equipo creativo para aguar el aspecto de activista que conllevaba el proyecto, quitándole la fuerza que lo hacía interesante desde sus comienzos. ¿Podrías hablarnos más sobre eso?
Noah: Sí, en mi mente, el aspecto más interesante del proyecto era darle a un grupo de activistas, con valores conectados a nuestras exhibiciones, una plataforma para amplificar su trabajo. Gran parte del arte en Commonwealth tuvo que ver con la política y hasta el activismo, pero este proyecto arraigaría la representación en la práctica, algo que tanto Chavis como SONG ofrecían. Me preocupaba que al trabajar tanto para asegurarnos que esto fuese leído como «arte» fuéramos a deslustrar lo político, que era el gesto estético.
Quizás esto sea demasiado académico, pero el filósofo francés Jacques Rancière habla de la relación recíproca entre el arte y la política mediante su noción de los «regímenes estéticos», recordándonos con esto que las jerarquías que imponemos sobre lo estético producen políticas. En este sentido, todo el arte es, hasta cierto punto, político. Por otra parte, podemos también pensar que la política tiene una forma estética que se basa en la configuración específica del régimen.
Recuerdo ver la proyección hermosa de las imágenes de SONG en el edificio del ICA y pensar que esto era solo una pieza de una obra mucho más grande que contenía cada correo, documento de Google y reunión que constituía nuestras negociaciones con la administración de VCU y que nos trajeron a este punto. Me recordó a un proyecto famoso llamado Picasso in Palestine (Picasso en Palestina) que el Van Abbemusuem hizo con la International Academy of Art in Palestine (la Academia Internacional de Arte en Palestina). El proyecto incluía, no solo el préstamo de una pintura de Picasso a la Ribera Occidental ocupada, sino también el papeleo que documentaba las convulsiones burocráticas del proceso.
La ironía sobre las preocupaciones del departamento legal de VCU es que, según los estándares que Tania Bruguera establece para arte que no solo no representa la política sino que también encarna y crea la política, una práctica que ella llama Arte Útil, nunca cumplimos con los requisitos. Solo estábamos debatiendo que nivel de política podía ser representado y si un activista pueda llamarse un artista.
Mientras no notamos estos ejemplos, tuvimos que educar a la administración de VCU con un PowerPoint que el Director Dominic Willsdon del ICA le mostró a nuestros colegas para su aprobación final. Incluía ACT UP, Krzysztof Wodiczko, For Freedom y otros. Este nivel de educación es tan importante y se discute muy poco. En museos independientes, frecuentemente, cae bajo la administración de la junta, pero, en nuestro caso, también incluía la administración estatal.
Stephanie: Sí. Y eso se construye sobre trabajo previo que otros colegas del ICA ya habían realizado tras bastidores. Ese tipo de trabajo diplomático es siempre parcial e imperfecto, pero tan necesario.
En general, las cosas se alinearon y el proyecto no fue apabullado o coartado. Eso fácilmente pudo haber pasado dado el carácter inherentemente conservador y auto-protector de la mayoría de las instituciones grandes y las maneras en que las personas (incluyéndonos) aprendieron a conformarse a códigos institucionales y expectativas que a veces las llevaban a encerrarse o agotarse. Aprecio la buena voluntad de todxs lxs que se sentaron a la mesa a conversar (o mejor dicho, los Zooms). Pudimos explorar asuntos complejos de una forma justa, detenida y espaciosa. De manera similar, las cosas pudieron haber sido desastrosas con el equipo creativo si, al entrar en el proyecto, no hubiéramos tenido un sentido claro de los valores de cada cual, contando con el apoyo práctico y los recursos del ICA. También, se pudo haber amargado si el equipo creativo de artistas y activistas no hubiese estado abierto al proceso o si sintieran que no estaban siendo interlocutores transparentes. Tanto pudo haber sido desastroso. Así que, para volver a los puntos previos: el proyecto envolvía participación comunitaria en un sentido más amplio y también fue, como dijiste, la política en acción—compartimos perspectivas, negociamos resultados y construimos apoyo para ideas y acciones específicas; lo cual es el espíritu general de Commonwealth.
Así que, fue especialmente conmovedor escuchar el discurso improvisado de Rebecca, mientras nuestro grupito de colaboradores, con distanciamiento, bebía chocolate caliente y aplaudía cuando se alumbraron las proyecciones, sentir su felicidad en aquel momento y lo que significaba esto en Richmond en el 2020, justo una semana después de las elecciones. Para citar a Alice Walker, del poema que comparte su título con la pieza, estamos todavía lejos, pero por un momento se sentía que «el mundo que queremos está de camino.»